H. Piltdown: la farsa |
Piltdown
es un pequeño poblado inglés, 200 kilómetros al sur de Londres, donde se
escenificó lo que para muchos es el peor fraude científico de la historia. En
el lugar, en 1912 el abogado y arqueólogo aficionado Charles Dawson aseguró
haber encontrado el eslabón perdido, el fósil que probaba la evolución humana a
partir de los simios y demostraba que Charles Darwin tenía razón. El cráneo
llenó de fama a Dawson -la nueva especie fue bautizada Eoanthropus dawsonii en
su honor- lo promovió de su sitial de “aficionado” pero también llenó de dudas
a la comunidad científica. Su relato no coincidía con la evidencia recogida
hasta entonces, que ya apuntaba al origen del hombre en Africa, y no en el sur
de las islas británicas. Pero Dawson sorteó el escepticismo y hasta su muerte,
en 1916, su biografía resaltaba ser el hombre que encontró el eslabón perdido.
Sin
embargo, en los años posteriores, su relato y su reputación terminaron por
desmoronarse. En 1953 se determinó que el cráneo y el hallazgo eran un
fraude. El cráneo resultó ser un homo sapiens de origen medieval (y no de
un millón de años, como esgrimió Dawson) y la mandíbula y otras pieazas
dentales, pertenecían a un orangután.
Develado
el engaño, lo que nunca quedó claro quién orquestó el fraude, si Dawson o
alguno de los colaboradores con los que trabajó. Eso hasta ayer, pues un
grupo de 11 instituciones científicas internacionales, y después de ocho años
de investigación, confirmaron que los huesos provienen de dos o tres humanos y
un orangután y que los fósiles falsificados fueron hechos por un solo hombre:
Charles Dawson.
“Hemos
demostrado en este trabajo sólo hay un orangután, y un sólo falsificador”, dijo
Isabelle de Groote, experta de la U. John Moores, de Liverpool quien
dirigió el estudio.
Según
la investigación, en la que participó un equipo multidisciplinario de
paleobiólogos, historiadores y expertos dentales de ADN antiguo, Dawson usó
siempre el mismo orangután. Tras el primer hallazgo en 1912, el abogado siguió
excavando la zona, donde aseguró, dos años después de su primer descubrimiento,
haber encontrado nuevas piezas dentales de las especie. Pero la
investigación, usando técnicas de ADN, confirmó que las piezas dentales
encontradas más tarde, eran del mismo orangután.
Además,
concluyó la investigación, la forma de trabajo con la arcilla usada para pegar
la mandíbula del cráneo y luego las piezas dentales, fue manipulada por una
sola persona, usando la misma técnica.
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